Tuesday, February 12, 2013

Cuentos de viejitas

La vejez es un tabú en nuestra sociedad. Es la etapa de la vida de la que nadie quiere hablar. Dejamos de ser cool, fashionable, productivos. El cuerpo y la mente se van descomponiendo poco a poco. El primero comienza a oler mal, la segunda comienza a ponernos en ridículo.

Y es todavía peor para las mujeres. Los hombres al menos "envejecen bien", la edad es símbolo de experiencia, adquieren un aspecto interesante, pueden todavía conquistar mujeres más jóvenes que ellos y sus hijos les consultan sobre la vida o los negocios. Las mujeres dejamos de existir o nos convertimos en un lastre. La fertilidad, la belleza y los hijos nos abandonan y nos quedamos siendo un manojo de achaques con el que nadie quiere cargar. La tragedia es aún peor si la mujer nunca se casó, si nunca tuvo hijos propios, si nunca fue bella, ni tuvo una carrera o un gran escándalo en la vida. 

Los buenos cuentos nos enfrentan a estos estereotipos y nos ayudan a observarlos desde más cerca y puede que hasta despierten en nosotros cierta compasión. Tengo dos ejemplos perfectos: El primero, Clay, un cuento escrito por James Joyce en su libro Dubliners (1914) y el segundo, Terapia, un cuento de Cristina Peri Rossi, en su libro Habitaciones privadas (2012).

Clay, Dubliners (1914)






"My intention was to write a chapter of the moral history of my country and I chose Dublin for the scene because that city seemed to be the centre of paralysis. I have tried to present it to the indifferent public under its four aspects: childhood, adolescence, maturity, and public life." – James Joyce
Es gracioso que, tras leer Dubliners y quedar extasiada por días tras el banquete literario, sea Clay el cuento que mejor recuerdo años después. Es la historia de María, una adorable lavandera, solterona, que se dirige a la fiesta de Halloween uno de los niños que cuidó cuando él era pequeño y al que tiene mucho cariño. El mundo de María se limita a una secuencia de rutinas ejecutadas con el mayor de los cuidados. No son las bromas de sus compañeras de trabajo sobre su soltería, ni los comentarios malintencionados del dependiente de la pastelería lo que molesta a María, sino haberse dejado llevar por los avances de un hombre mayor en el tranvía y olvidarse el bizcocho que llevaba a la fiesta. Y es que María no toma riesgos, tal vez por eso no se ha casado, y puede que también sea por eso que todo el mundo quiere a María.

Terapia, Habitaciones privadas (2012)



Este cuento lo terminé ayer y me pareció muy dulce. Una mujer de clase acomodada trata de suicidarse varias veces y su familia decide recluirla en una institución psiquiátrica. No quiero dar muchos detalles porque me interesa que lean el libro, que está muy bien, pero sí que me parecieron curiosas las preguntas que le hicieron antes de ingresarla y las contestaciones que dio.

"1) ¿Se considera una persona optimista, poco optimista o pesimista?
La señora Olson contestó que no siempre era optimista ni siempre era pesimista, pero que nunca había reflexionado acerca de esa cuestión. Agregó que era optimista en cuanto algunos temas (a los avances de la tecnología, por ejemplo), pero pesimista en otros (el futuro del planeta), y que a veces era optimista durante muchas horas del día, pero dejaba de serlo al atardecer". –Cristina Peri Rossi, Habitaciones privadas (2012)

La señora Olson recibió cuatro puntos sobre cinco en inestabilidad emocional.
Con lo cual, me parece claro que todos nos deberíamos ir a un psiquiátrico. :D




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